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Colaboraciones
Estas intervenciones, junto con otras modalidades de diagnóstico por imagen (como la tomografía computa- rizada) contribuyen significativamente a la exposición poblacional. La complejidad de estos tipos de estudio (que generalmente requieren del uso intensivo del guiado mediante imagen fluoroscopia de alta calidad y bajo ruido), el alto número de estudios por día y la gran cantidad de personal médico involucrado conducen a exposiciones ocupacionales relativamente altas de los miembros del equipo médico [3] así como a valores altos de dosis al paciente [4].
El riesgo potencial de daño por radiación en el paciente debe ser analizado en el contexto del beneficio general de este tipo de procedimientos y la probabilidad de un mayor trauma asociado con una intervención cerebral o cardíaca y tal vez con muerte inminente si la propia intervención no llegara a realizarse. El daño potencial por radiación puede ser dividido en efectos estocásticos y deterministas. La exposición del paciente a altas dosis en la superficie de entrada (de hasta varios Gy) durante este tipo de proce- dimientos puede conducir a un resultado determinista bien documentado, como eritema cutáneo, necrosis e incluso ulceración [5]. Sin embargo, la piel no es el único tejido expuesto a posibles efectos deterministas. Los ojos pueden, por ejemplo, llegar a estar muy cerca de la zona explorada durante procedimientos cerebrales. A pesar de que los efectos deterministas son generalmente bien conocidos, a largo plazo el potencial riesgo estocástico de la radiación ionizante (como el cáncer y otros efectos genéticos) suele ser más difícil de evaluar [6,7].
La medición directa de la exposición a la radiación del paciente se puede realizar con ciertos tipos de dosímetros, como dosímetros termoluminiscentes (TLD), dosímetros de luminiscencia por estimulación óptica (OSL) o películas radiocrómicas; sin embargo, estas estrategias suelen ser poco prácticas. Por otro lado, la exposición a la radiación puede estimarse mediante el control indirecto de la dosis al paciente utilizando el sistema de medida del producto kerma-área (PKA) [8] que proporciona el equipo, basado en una cámara de transmisión montada en la salida del tubo de rayos X. La legislación española [9] requiere que todos los equipos fluoroscopios instalados en España sean capa- ces de mostrar el valor de PKA y el kerma en aire acumulado (calibrado en aire) en el punto de referencia de entrada del paciente para cada intervención. En los angiógrafos con arco en C y movimientos isocéntricos, el punto de referencia de entrada del paciente se encuentra a lo largo del eje del haz a una distancia de 15 cm del isocentro en la dirección del punto focal [10].
El producto kerma-área, así como la dosis en el punto de referencia de entrada al paciente (DPREP) o el tiempo de fluoroscopia (TF), se almacena en los nuevos equipos de fluoroscopia en los informes estructurados de dosis de radiación (RDSR, por sus siglas en inglés Radiation Dose Structured Report). Aunque las medidas directas pueden
ser más precisas, no son viables en la práctica diaria para todos los pacientes; por lo tanto, se recomiendan medidas indirectas como estimadores de un correcto uso clínico [11]. Desafortunadamente no todos los equipos disponen de un indicador en tiempo real de la dosis en piel del paciente durante una intervención guiada por fluoroscopia. A pesar de ello, sí se puede relacionar la dosis en el punto de refe- rencia de entrada al paciente, con la dosis en la piel del paciente durante un procedimiento [12].
Por otro lado, la radiación ionizante puede suponer un riesgo potencial para los trabajadores. Desde el desa- rrollo de los procedimientos endovasculares complejos y la implantación de los QH, la exposición a la radiación de cirujanos vasculares y radiólogos intervencionistas ha aumentado significativamente [13]; de esta forma la evalua- ción y monitorización de las dosis de radiación del personal en los QH es un tema importante en relación con la segu- ridad de los profesionales. [14]
Como normas de protección radiológica básicas para el personal, dentro de los QH se han de utilizar delantales plomados, protectores tiroideos y mamparas. Además, los dosímetros personales se utilizan para garantizar que la dosis de radiación al personal expuesto permanezca por debajo de los límites establecidos por la legislación vigente en nuestro país [15], de acuerdo con las recomendaciones de la Comisión Internacional de Protección Radiológica [16]. Este análisis global no permite, sin embargo, una distinción caso por caso; por lo tanto, es complicado reconocer las prácticas individuales de un médico que puedan resultar en unas dosis más altas para los pacientes o el personal. La futura identificación de estas variables permitiría una mejor protección radiológica y minimizar la dosis para todos ellos.
A pesar de la creciente carga de trabajo para muchos cirujanos vasculares y radiólogos intervencionistas [17, 18], hay pocos estudios de investigación sobre la exposición a la radiación del personal en un QH. Dicha exposición es altamente dependiente de la posición del trabajador con respecto a la mesa del paciente. Por lo tanto, incluso si los valores del PKA son bajos, los miembros del personal situados más cerca de los pacientes durante la fluoroscopia podrían recibir altas dosis ocupacionales, a diferencia de los que están más lejos. Así, el cirujano principal o cual- quiera de sus eventuales asistentes recibe generalmente dosis más altas que el resto del personal presente en el QH durante la intervención [19].
En septiembre de 2015, se puso en marcha un QH en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid para la realiza- ción de procedimientos endovasculares complejos guiados por rayos X, tales como la realización de revascularizacio- nes de la extremidad inferior, embolizaciones de malfor- maciones arteriovenosas o la colocación de endoprótesis customizadas. No obstante, no todas las intervenciones realizadas en el QH necesitan la utilización de rayos X. Dicho QH también permite realizar cirugía abierta aislada o combinada con procedimientos endovasculares.
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C. Andrés et al. - RADIOPROTECCIÓN • No 99 • Diciembre 2020